Me odio por amarte y la debilidad que supuso: no fuiste más que un rostro aparecido en un viaje por el Camino del Suicidio. El escenario a punto, las luces se apagaron por todo el viejo hotel: me doy asco por amarte y me alegro de que cayera el telón.
Abjuro de ese estúpido juego en el que nos metimos y de la necesidad que se puso de manifiesto y de la piedad que me mostraste: ¿quién pudiera haberse dado cuenta? Salí a la parte baja de Broadway y sentí aquel lugar en mi interior: la oquedad donde los mártires se echan a llorar y los ángeles tontean con el pecado.
Escuché tus canciones de libertad y del hombre desnudado para siempre haciendo alarde de su demencia mientras fustigan su espalda -como un esclavo en órbita le apalean hasta domarlo sólo por un instante de gloria-: y es una degradación inmunda y putrefacta.
Hay quien venera la soledad: no soy de ésos -en esta época de fibra de vidrio voy en busca de piedras preciosas-. La bola de cristal de la pared todavía no me ha mostrado nada: pagué el coste de estar solo pero al menos no estoy en deuda.
No soy capaz de recuerdar una sola cosa de valor que hayas hecho por mí salvo darme la espalda una vez que estaba de rodillas: nos mantuvimos la mirada hasta que uno de los dos cediera -es inútil disculparse ¿qué iba a cambiar con eso?-.
Así que canta tu loa al progreso y a la Máquina de la Fatalidad: la pura verdad sigue siendo tabú aún estando a la vista. La Dama de la Fortuna que me ilumina te dirá dónde me puedes encontrar: me detesto por amarte pero debería sobreponerme.
NO VOLVERÉ A ENAMORARME - BOBBY GENTRY (BURT BACHARACH/ HAL DAVID)
¿Qué consigues cuando te enamoras? A un tipo con una aguja para reventar tu burbuja. Eso es lo que sacas de tanta vicisitud: no volveré a enamorarme otra vez. No voy a volverme a enamorar.
¿Qué te llevas al besar a un chico? Te llevas los suficientes gérmenes como para coger una neumonía y cuando la pillas ni te llama: yo no voy a enamorame nunca más. No voy a enamorarme nunca más.
No me cuentes de qué va todo esto porque ya he estado allí y me alegra haberme escapado, escapado de las cadenas, las cadenas que te atan, y por eso he venido a recordarte
¿qué ganas al enamorarte? Sólo ganas mentiras, dolor y complicaciones así que como poco hasta mañana no volveré a enamorarme. No voy a enamorarme otra vez.
No me vengas con historias porque ya he estado allí y me alegra haberme escapado, escapado de las cadenas, las cadenas que te atan, y por eso he venido a recordarte
¿Qué obtienes a cambio de entregar tu corazón? Que te lo devuelvan apaleado y hecho trizas. Eso es lo que obtienes a cambio: un corazón hecho añicos. No voy a volver a enamorarme.
Nací en este pueblo
-llevo aquí toda mi vida-.
Seguramente llegue a morir en este pueblo
-llevo aquí toda mi vida-.
Nunca hay nada que hacer en este pueblo
-llevo aquí toda mi vida-.
No hay nada que hacer nunca en este pueblo
-llevo aquí toda mi vida-.
Probablemente aprenda a morir en este pueblo
-llevo aquí toda mi vida-.
Nada que hacer: quedarte de brazos cruzados en casa.
Quedarte de brazos cruzados en casa: mirar las paredes.
Mirarnos las caras y esperar a morirnos.
Mirarnos las caras y esperar a morirnos.
Probablemente llegue a morir en este pueblo
-llevo aquí toda mi vida-.
Hay keroseno a mano: algo que hacer.
Hay keroseno a mano: tiene algo que hacer.
Hay keroseno a mano: tiene algo que hacer.
Hay keroseno a mano: se nos ocurrirá algo que hacer.
Keroseno a mano: tiene algo que hacer.
Keroseno a mano: pégame fuego.
Keroseno a mano: algo que hacer.
Hay Keroseno a mano: se le ocurre algo que hacer.
Hay Keroseno a mano: se le ocurre algo que hacer.
Keroseno a mano: a ver si se te ocurre algo que hacer.
Keroseno a mano: se le ocurre algo que hacer.
Keroseno a mano: pégame fuego.
Keroseno a mano: tiene algo que hacer.
Keroseno a mano: y ahora qué hacemos.
Echó keroseno: y ahora qué hacemos.
Echó keroseno: y ahora qué hacemos.
Keroseno a mano: nada que hacer.
Echó queroseno: y ahora qué hacemos.
Nunca hay nada que hacer en esta ciudad.
Nunca nada salvo rociarse de keroseno.
Nunca hay nada que hacer en este pueblo.
Nunca nada: echa queroseno.
Me despediré del amor:
a nadie le ha importado nunca si estoy viva o muerta.
Día tras día la posibilidad de amar me ha pasado de largo
y lo único que sé del amor es cómo vivir sin él
-parece que no soy capaz de encontrarlo-.
Así que he tomado una determinación:
debo vivir mi vida en soledad
y, aunque no tome el camino más fácil,
supongo que siempre lo he tenido claro.
Le he dicho adiós al amor:
no existe el mañana para este corazón mío.
Seguro que el tiempo acabará desprendiéndose de estos agrios recuerdos
y me encontraré con que hay alguien en quien confiar y por quien vivir:
algo por lo que merezca la pena vivir.
Todos los años de búsqueda inútil han llegado por fin a su término:
la soledad y los días vacuos serán mis únicos amigos.
De hoy en adelante me olvido del amor:
seguiré como mejor pueda.
Lo que nos depara el futuro es un misterio para todos nosotros:
nadie puede predecir la rueda de la fortuna mientras sigue en marcha.
Tal vez llegue un momento en que me de cuenta de que he estado equivocada
pero de momento esta es mi canción
y es una despedida del amor:
le diré adiós al amor.
No pretendo aguar la fiesta así que me voy.
No me gustaría que se me notara la decepción.
No pinto nada aquí: desapareceré.
Si llega cuando ya no esté házmelo saber, por favor.
Me he tomado una copa o dos y me da igual:
no encuentro aliciente a lo que hago allí donde no está.
Me preguntó qué se hizo mal:
llevo tanto tiempo esperando.
Creo que saldré a dar una vuelta en su busca.
Aunque esta noche me haya puesto triste
-todavía la quiero-
me alegraría encontrármela:
todavía la quiero.
Como no quiero aguar la fiesta me marcho:
odio que se me note el disgusto.
Aquí no pinto nada, así que me esfumaré:
si aparece y ya no estoy hazme el favor de decírmelo.
A pesar de que esta noche me haya deprimido
-la sigo queriendo-,
si doy con ella me pondré contento:
la sigo queriendo.
Me he pegado un trago o dos y no me importa:
me porto como un muermo si ella no está por ahí.
Me pregunto que salió mal:
la he esperado tanto tiempo.
Pero creo que saldré a dar una vuelta a ver si la encuentro.
En el principio,
en los albores de 1955,
el hombre no conocía las actuaciones de Rock and Roll
y demás chorradas.
El hombre blanco disponía de cancioncillas sensibleras.
El hombre negro disponía del blues.
Nadie sabía cómo debía proceder
pero Tchaikovsky trajo la nueva.
Dijo: Hágase el sonido.
Y el sonido se hizo.
Hágase la luz.
Y la luz se hizo.
Hágase la batería.
Y la batería se hizo.
Hágase la guitarra.
Y la guitarra se hizo.
Hágase el Rock.
Y acaeció
que el Rock and Roll se hubo engendrado
a lo largo de la tierra y que toda banda de Rock
provocaba una tormenta.
El guitarrista logró fama.
El empresario logró riqueza.
Y en cada bar se encontró una super estrella
con la tentación viviendo arriba.
Quince millones de dedos
aprendían a tocar.
Y podían escucharse los dedos contra las cuerdas
y así debían clamar: Hágase la luz. Sonido. Batería. Guitarra. Hágase el Rock.
Una noche en un club llamado Chócala
tocó una banda a noventa y dos decibelios.
La música era buena y la música sonaba fuerte.
Y el cantante volviose y dijo a la multitud:
Te pido disculpas,
nunca te prometí un jardín de rosas:
entre los rayos de sol
tiene que inmiscuirse un poco de lluvia a veces.
Cuando tomas tienes que dar,
así que vive y deja vivir o déjalo pasar.
Te pido perdón,
nunca te prometí un jardín de rosas.
Podría prometerte cosas como anillos de diamantes gigantes
pero dónde se ha visto que nazcan rosas del tallo de un trébol.
Así que será mejor que te lo pienses bien.
Con unas palabras bonitas podrías hacerlo realidad:
te serviría el mundo ahora mismo en una bandeja de plata,
pero eso qué importancia tiene.
Venga, sonriamos y alegrémonos:
el amor no tendría por qué estar tan teñido de tristeza.
Apresúrate y compartamos los buenos tiempos mientras sea posible.
Ruego que me disculpes,
nunca te prometí un jardín de rosas:
junto a los rayos de sol
tiene que haber algo de lluvia algunas veces.
Te pido perdón,
nunca te prometí un jardín de rosas.
Podría cantarte una tonada o prometerte la luna,
pero si eso es lo que hace falta para retenerte
te dejaré marchar igual de rápido
(pero hay una cosa que quiero que tengas en cuenta:
mira bien antes de dar el salto, el agua cubre
y no va a haber alguien toda la vida ahí para sacarte
-y sé de lo que me hablo-).
Así que sonríamos por un rato y alegrémonos
-el amor no téndría que ser tan tristón-:
corre y compartiremos los buenos tiempos mientras duren.
Te pido disulpas,
jamás te prometí un jardín de rosas:
además de sol
también tiene que haber un poco de lluvia de vez en cuando.
Es curioso, es divertido mirarte aquí quieta, poniendo mala cara. Me entran ganas de reír: es el alcohol que me ha subido a la cabeza, todo el alcohol que tomé esta noche para encontrar el valor y confesarte que estoy harto de ti; de ti y de tus chismes, de tu cuerpo que me deja indiferente y sin esperanzas.
Estoy harto -debo decírtelo-: me sacas de quicio, me tiranizas, sufro tu mal carácter sin atreverme a decir que exageras. Sí, ¡exageras! ¡ahora ya lo he dicho! A veces quisiera estrangularte Dios mío... cómo has cambiado en cinco años: te has dejado, te has dejado.
Anda, mírate: las medias se te caen, y este batín mal abrochado, y esos rulos... ¡qué pintas! Me pregunto todos los días cómo hiciste para gustarme, cómo pude seducirte y darte mi vida entera. Así, te pareces a tu madre -y tu madre no tiene nada que inspire amor, puedes creerlo-.
Con mis amigos... ¡qué desastre!: me contradices, me interrumpes, con tu veneno y tu agresividad podrías mover montañas. ¡Ah! Me tocó el gordo cuando te conocí... ¡Sería estupendo que te callaras un poco! Pero no: 'Que si ésta esto, que si aquella lo otro...' Te has dejado, te has dejado.
Eres agresiva, sátrapa: no tienes corazón ni alma y aún así pienso que, a pesar de todo, eres mi mujer. Si quisieras hacer el esfuerzo para que todo volviera a su lugar, hacer un poco de deporte para adelgazar, arreglarte frente al espejo...¡yo qué sé! ¡Sonríe un poco! ¡Maquíllate el corazón y el cuerpo!
Si en lugar de pensar que te detesto, de huir de mí como de la peste, probaras a mostrarte cariñosa -haz el esfuerzo, inténtalo- y volvieras a ser aquella chica que me hizo tan feliz... De vez en cuando, por lo que una vez fue... Me gustaría tanto que te abrazaras fuerte a mí: Déjate, déjate...